[Traigo un extracto del post de este blog “Las gracias de última hora”. En él se narra la emocionante revelación privada, que por lo tanto piadosamente se puede creer si nos parece que hay razones para ello pero que somos libres para no creer al igual que todas las revelaciones privadas, que tiene una gran apariencia de veracidad, sobre todo por los personajes de gran santidad que están involucrados en ella.
La portentosa figura del Cura de Ars avala con su autoridad las circunstancias que hacen creíble lo narrado a continuación
El siguiente extracto es del libro del P. Royo Marína Teólogía de la Salvación”, BAC, pág. 144.
….Sin embargo existen revelaciones privadas, de enorme fuerza y seriedad, que inducirían a pensar justo en favor de la posible intervención divina con gracias de última hora. Las consecuencias que se derivan de la revelación privada que traigo a continuación, no solamente nos atestigua el hecho de la existencia de esas gracias, sino también el hecho de que Dios suple los sacramentos, con los sacramentos de deseo, incluso el necesario bautismo, con el BAUTISMO DE DESEO, infundiendo la Fe católica y la contrición de las culpas al moribundo. La garantía de esta revelación está fuera de toda duda por las circunstancias de la misma.
En este post nos proponemos su reproducción, que creo no existe hasta ahora en internet. Con ello y con el congruente etiquetado es posible que puedan recuperarse fácilmente por medio de los buscadores. Con ello resultará que tengamos como cosa cierta, que a lo menos en casos extraordinarios, Dios interviene, según el consejo de su misericordia y justicia, para proporcionar la salvación a personas que en circunstancias ordinarias no se habrían salvado.
Sea la primera la que transcribimos íntegra, precisamente del libro del P. Royo Marín “Teología de la Salvación“ (Madrid, BAC, 1956, p. 144). He aquí el texto transcrito:
..El razonamiento anterior (la Madre Misericordiosa que oye el grito de almas que no son “hijos actuales” pero sí “posibles” , como Madre en potencia de esos desgraciados hijos suyos, pecadores y aun no católicos) viene a confirmarse cada día con la experiencia de centenares de misioneros que cuentan casos verdaderamente emocionantes de conversiones inesperadas de grandes pecadores- a veces momentos antes de morir- debidas a la intercesión de la Virgen María.
[A continuación sigue la cita que trae el autor del libro de Jean Barbier, La vetrata della Virgine -traducción italiana- p. 203-4.; Falletti, Nuestros difuntos y el purgatorio, plática 6 , Barcelona, 1939, p.71-72.). Resaltados propios.
He aquí entre otros muchísimos que se podrían referir, un caso verdaderamente emocionante.
El P. Hermann Cohen [Ven.P. Agustín María del Santísimo Sacramento (1821-1871]] – el célebre judío convertido por intercesión de la Virgen Santísima- pasaba
por el dolor de haber perdido a su madre en circunstancias verdaderamente angustiosas. Hasta el fin se había obstinado en su judaísmo. el P. Hermann, dolorido, escribía: ‘Mi pobre madre ha muerto y yo permanezco en la incertidumbre. Sin embargo, se ha rogado tanto por ella, que debemos esperar que haya pasado, entre su alma y Dios, en aquellos últimos momentos, alguna cosa desconocida para nosotros.’
Confió su pena al santo Cura de Ars, y el hombre de Dios le dijo que esperara, anunciándole que un día, en al fiesta de la Inmaculada Concepción, recibiría una carta que le causaría gran consuelo. Había ya casi olvidado estas palabras, cuando seis años después de la muerte de su madre, el 8 de diciembre de 1860- fiesta de la Inmaculada- recibió la siguiente carta enviada por una religiosa de Londres, persona para él totalmente desconocida, muerta en olor de santidad.
El 18 de octubre, después de la sagrada comunión, me encontraba en un momento de íntima unión con Nuestro Señor, en el cual me hizo Él sentir su voz y me dio una explicación relativa a una conversación que yo había tenido con una de mis amigas. Ésta me había manifestado su maravilla de que Nuestro Señor después de haber prometido tanto a la oración, había permanecido sordo a la que el P. Hermann le había dirigido por la conversión de su madre. He tenido el atrevimiento de preguntar a mi Jesús cómo había podido resistir a la oración del P. Hermann. He aquí su respuesta:
‘¿Porqué Ana quiere siempre sondear los secretos de mi Justicia? Dile , que Yo no debo a nadie mi gracia, que Yo la doy a quien me place, y que, obrando así, no dejo de ser justo y la misma justicia. Pero que ella sepa que antes de faltar a mi promesa hecha a la oración trastornaré el cielo y la tierra. Todas las plegarias que tienen por fin mi gloria y por objeto la salvación de las almas son siempre escuchadas cuando van revestidas de las cualidades necesarias.
Nuestro Señor, me hizo conocer entonces lo que había ocurrido en el último instante de la vida de la madre del P. Hermann. en el momento en que estaba para exhalar el último suspiro, la Santísima Virgen María, demandó piedad para esta alma, mostrando cómo su siervo Hermann le había confiado a ella el alma de su madre. Apenas había terminado de hablar María, cuando la gracias vino a iluminar el alma de la pobre hebrea. Ésta con un grito sólo de Dios entendido, MOSTRÓ UN DOLOR SINCERO DE SUS CULPAS Y EL DESEO DEL BAUTISMO…
Después de haberme mostrado todas estas cosas, Nuestro Señor añadió:
‘ Haz conocer esto al P. Hermann; es un consuelo que Yo quiero otorgarle en premio a sus largos dolores y a fin de que bendiga y haga bendecir por todas partes la bondad del Corazón de mi Madre y su poder sobre el mío.
El caso es verdaderamente emocionante y está rodeado de todas las garantías de autenticidad que la crítica más severa podría exigir, sobre todo por la intervención y profecía del santo Cura de Ars. Por cierto que en la Vida de este gran siervo de Dios se cuentan algunos otros hechos tan portentosos que es menester tomarlos como del todo excepcionales y milagrosos para no llegar a conclusiones desorbitadas. El de aquella mujer cuyo marido, que no practicaba la religión, murió repentinamente sin recibir los sacramentos y que el Cura de Ars aseguró haberse salvado por intercesión de la Santísima Virgen a causa de aquellos ramos de flores que entregaba a su mujer para adornar la imagen de María [Trochu, Vida del Cura de Ars, Barcelona 1942, p. 634]; aquél acto de contrición hecho por el suicida entre el puente y el río, obtenido por María en premio a algunas oraciones recitadas en su honor durante el mes de mayo [Trochu, ibid. p. 635]. Estos y otros hechos semejantes que se leen en las vidas de los santos no autorizan a nadie para confiar su salvación a una aventura atan arriesgada como la de echarse del puente al río con la esperanza de un acto de contrición., pero dan pie y fundamento para pensar piadosamente que, gracias a ola intercesión de la dulcísima Abogada y Refugio de los pecadores, escaparán de los horrores de la condenación gran número de almas que se hubieran perdido sin la intervención misericordiosa de María. No en vano enseñan los teólogos que la devoción a María es una de las señales más dulces y más seguras de eterna predestinación. [San Alfonso María de Ligorio, Las Glorias de María, p.1 cap. 6]
[Fin de la cita del P. Royo]
Las gracias de última hora existen, y como se ve en este caso, no hacen falta palabras, Dios entiende los corazones, los sentimientos dicen lo que ni mil palabras podrían jamás llegar a expresar, en un sólo segundo puede aflorar un sentimiento que contenga muchas cosas, es difícil explicarlo pero es maravilloso.
Eso sí, hay algunos que cuando leen estos relatos se piensan que la gracia santificante de última hora es algo común, cuando es algo exclusivo e inusual. Sólo hay que plantearse una cosa: Puedes llegar a leer uno, dos, cinco relatos de salvación al último momento ¿pero cuántas personas hay en el mundo? MILES DE MILLONES. Ahí lo dejo…
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“Deseo del Bautismo” he allí la clave y en contraste ¿cuantos bautizados no desean la Gracia…?
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Me pregunto si también habrá desgracias de ultima hora, es decir toda una vida como cristiano fiel y en los últimos 5 minutos te haces ateo y el gozo al pozo.
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Generalmente el árbol cae para el lado que creció. En el campo del paterfamilias pasa lo mismo, El dijo “O Conmigo o contra Mí”. Las gracias y las desgracias de última hora son rarísimas. Lo normal -humanamente hablando- es que en la última hora la voluntad siga amando lo que amó toda la vida, y la muerte fija eternamente el ultimo acto. Se cayó el telón y se fijó la suerte eterna: “Venid benditos…apartaos malditos” dirá el Juez.
La muerte siempre sorprende, ni los viejos la esperan, por eso que es temeridad dejar la conversión para el último momento, porque el futuro nos es desconocido Es mejor obrar nuestra salvación teniendo presente siempre en santo temor de Dios, que viene del Espíritu Santo, que esperar una contingencia futura desconocida para salvarse. Por eso la NECESIDAD de medio EXCLUSIVO -habitualmente hablando- que es la Iglesia Católica “fuera de la cual nadie se salva”, por eso el enemigo de natura humana quiso siempre destruirla -aunque nunca lo logrará- pero mientras tanto sigue actuando “el poder de las tinieblas” mediante sus aliados: mundo y carne, y ahora se suma la Gran Apostasía con apariencia de religión.
Los hijos de la Iglesia, los que MILITAMOS, debemos hacer que su rostro visible resplandezca para confusión de sus enemigos. Nadie pregunte cómo, porque los medios ya los tenemos, ¡ hay que aplicarlos ! Por el honor de Dios y por la salvación de las almas, que para eso la instituyó Jesucristo!!
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Un detalle filosófico muy sutil pero fácil de entender:
Todo lo que pensamos, decimos, hacemos y omitimos nos construye PERSONA, mejor dicho quien somos. Tal quien somos —ya muertos quien fuimos temporalmente y seremos sempiternalmente—, se juzga en el juicio de Dios, no que somos, no como somos, no cuanto somos, no cuando somos, no donde somos etc. Incluso en el caso del famoso cambio de la mente, la metanoia, incluso entonces eso se da dentro de los limites de quien somos. Y eso es válido también para las gracias de última hora, ya que estas gracias siempre nos fueron dadas y siempre rechazadas. Quien los parece merecer en la última hora de su vida, de hecho, las mereció de toda la vida. Esperar sorpresas de sí mismo, en bien o en mal, que nos gustaría o no darse más tarde —cuanto deberían darse ahora—, es mera fantasía psicológica.
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